-Soy yo, Señor, tu siervo Omar, el que sacrificó su vida en
la lucha contra esos perros infieles de Occidente.
-Ah, eres tú; y ¿por qué tienes tanta prisa para entrar en
el Paraíso?
-Porque estoy deseando disfrutar de las setenta y cinco vírgenes que nos
tienes reservadas a los que hemos muerto por la Fe.
-Tú eres tonto, muchacho, si te has creído que aquí hay
tantas vírgenes. ¿Sabes lo que supondría tener en el Paraíso setenta mujeres
por cada varón? Nos convertirían en esclavos, nos someterían a toda clase de
humillaciones y cada día desearíamos estar muertos.
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