Microrelato escrito para bubok, con el comienzo obligatorio: "Los años no pasaban para él"
Los años no pasaban para él, o quizá sí, pero los vecinos más viejos decían que siempre lo habían visto tan altivo y majestuoso. Se alzaba junto a la iglesia, en lo más alto del pueblo y era más alto que el campanario. Bajo el techo de su ramaje, habían pasado los féretros de todos los parroquianos fallecidos en los últimos doscientos años, a su sombra tuvieron lugar innumerables encuentros amorosos y aún lucía algún "te quiero" grabado en su corteza. Por ello, el roble, se creía poderoso, pero un día, un rayo hendió su tronco a la mitad y lo dejó herido de muerte.