Cuando
terminó de leer el papel que tenía encima de la mesa, la Vicepresidenta del
Gobierno del Principado de Asturias, esbozó una sonrisa entre incrédula y
divertida, levantó la cabeza y miró al hombre que permanecía de pie frente a ella.
Tendría cincuenta años y vestía pantalón vaquero y camisa oscura de manga larga, remangada por
encima del codo.
--Se llama
usted Pedro Bueyes Carretero y vive en un pueblo del concejo de Caso que se
llama Brañafría –dijo la Vicepresidenta, todavía sonriendo.
--Correcto
–contestó, muy serio, el hombre.
--Un pueblo
que tiene tres vecinos.
--Tenía tres
vecinos; uno murió el año pasado y el otro me vendió sus propiedades y se fue a
vivir a la capital.
--¿Y ahora
vive usted solo en el pueblo?
--No señora; el
pueblo tiene a día de hoy siete habitantes: mi mujer, mi cuñada que está
soltera, mis cuatro hijos y yo.
--Ajá y,
según dice aquí, quiere usted comunicarle al Presidente la decisión de
proclamar la República Independiente de Brañafría. ¿Qué significa eso?
--Está bien
claro: queremos constituirnos en un
estado independiente y regirnos por nuestras propias leyes.
--¿Qué leyes?
--Las que
nosotros decidamos.
--¿Me está
tomando el pelo?
--Nada más
lejos de mi ánimo.
--¿No
comprende que eso no puede ser?
--Eso decían
los de Madrid cuando Asturias pidió la independencia y como Asturias los demás
países: Cataluña, Valencia, Andalucía, Euskadi y Galicia, y ahí los tenemos,
todos independizados. Lo único que
compartimos con la metrópoli son las Fuerzas Armadas y la moneda.
--¿Preguntó
usted a sus hijos si quieren independizarse de Asturias?
--Por
supuesto, todos hemos votado y el resultado fue siete síes y ningún no.
--¿Por qué
quieren independizarse? ¿No están a gusto con nosotros?
--Pagamos al
Estado demasiado para lo que recibimos a cambio. Pagamos incluso servicios que
no tenemos, como el agua y la red de saneamiento; menos mal que hay un arroyo
que atraviesa la finca, pero nos han prohibido hacer un saltito de agua para
generar nuestra propia energía eléctrica, ¡dentro de mis tierras!
--¿Ha pensado
usted en el día de mañana, en caso de que lograra la independencia? ¿Qué
pasaría con su jubilación y la de sus hijos?
--Peor será si
no la logramos; mi jubilación será una miseria, y la de mis hijos más miseria
aún, suponiendo que llegaran a cobrarla, quizá mucho después de cumplir los
setenta años. Tenemos una Seguridad Social muy insegura, por no decir en
quiebra y una Sanidad que tampoco funciona: llevo tres meses esperando para que
me hagan un escáner y me han dado cita para dentro de un año. Supongo que
esperan a ver si me muero y ya no tienen que hacérmelo. Y qué decir de Obras
Públicas: La pista de acceso al pueblo
tenemos que repararla nosotros mismos…
--No voy a discutir
con usted si tiene o no tiene razón en lo que denuncia, sólo le diré un par de
cosas: La primera es que su proyecto no puede ser más descabellado y la segunda
que de ningún modo le permitirán fundar un Estado diminuto en pleno corazón de
Asturias.
--Y yo le
digo que se lo pondré muy difícil si intentan impedírmelo. ¡Ah, se me olvidaba
comentárselo! El viernes pasado, no, el anterior, la vi a usted por allí muy
cerquita de Brañafría. Pensé: Mira qué bien, ahora me acerco y le comento el
tema. Pero no me atreví porque estaba usted con un joven en actitud así… ¿cómo
diría yo?, bastante íntima. Le hice unas fotos. Pensaba traérselas pero se me
olvidó.
--¿Qué me ha
hecho fotos? Pero… ¿cómo se atreve? –La Vicepresidenta se había quedado lívida.
--No creí que
fuera delito, pero no se preocupe, yo no las quiero para nada. Mañana se las
traigo y se las dejo donde me diga.
--Escuche, vamos a hacer una cosa: mañana nos vemos aquí, en este mismo despacho, a las tres y media en punto,
¡pero no se le ocurra venir sin las fotos! Esta tarde o mañana por la mañana
hablaré con el Presidente. Quizá consigamos llegar a un arreglo: Quizá pueda
usted obtener su independencia; aunque de momento no podríamos darle
publicidad. Nada de anunciarlo en la Prensa ni en la Tele, ¿comprende?
--¿No podré poner
en la entrada del pueblo: República Independiente de Brañafría?
--República
Independiente, no, pero quizá se le permitiría llamarle: Comunidad autónoma.
--No es lo
mismo.
--Aparentemente
no, pero le aseguro que obtendría casi las mismas competencias de gobierno que
con la independencia.
--Ese “casi” es
el que no me inspira ninguna confianza, ya ves tú.
--Bueno, significa
que probablemente Hacienda, les obligará a seguir pagando determinados impuestos,
pero el Estado se los devolverá en concepto, por ejemplo, de Fondos para el
desarrollo rural u otro concepto similar, que la Administración habilitará para
su caso.
--Habrá que
ver el documento.
--Mañana lo
tendremos ultimado. Usted, esté aquí a las tres y media, ¡con las fotos!, ¿de
acuerdo?
--De acuerdo.
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¡Hola! Es probable que Facebook te haya "traído" hasta este blog indescriptible, abandonado de su dueño desde hace algunos meses y que hoy pretende iniciar una nueva etapa. Si has leído el relato que precede a estas lineas y te ha gustado, te invito a una segunda visita dentro de quince días, para ofrecerte otra historia igual de esperpéntica pero totalmente diferente.
Gracias por tu visita.
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¡Hola! Es probable que Facebook te haya "traído" hasta este blog indescriptible, abandonado de su dueño desde hace algunos meses y que hoy pretende iniciar una nueva etapa. Si has leído el relato que precede a estas lineas y te ha gustado, te invito a una segunda visita dentro de quince días, para ofrecerte otra historia igual de esperpéntica pero totalmente diferente.
Gracias por tu visita.
Hiciste un buen relatu y una meyor simulación del tema autonomicu. Brañafria, lugar con el que mantengo buenos lazos familiares, tien todo el derechu a defender el "derechu" a decidir de sus vecinos. Yo voy a empadroname alli, mañana mismu. Norabuena pol ingeniosu textu.
ResponderEliminarGuapu relatu. Siempre presta leer algo así. Esperamos esos quince días. Enhorabuena Ricardo.
ResponderEliminarJuan y Monchu ¡qué rápidos! Gracias a los dos por leerme.
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