miércoles, 3 de diciembre de 2014

Brañafría. Año 2045

Cuando terminó de leer el papel que tenía encima de la mesa, la Vicepresidenta del Gobierno del Principado de Asturias, esbozó una sonrisa entre incrédula y divertida, levantó la cabeza y miró al hombre que permanecía de pie frente a ella. Tendría cincuenta años y vestía pantalón vaquero  y camisa oscura de manga larga, remangada por encima del codo.
--Se llama usted Pedro Bueyes Carretero y vive en un pueblo del concejo de Caso que se llama Brañafría –dijo la Vicepresidenta, todavía sonriendo.
--Correcto –contestó, muy serio, el hombre.
--Un pueblo que tiene  tres vecinos.
--Tenía tres vecinos; uno murió el año pasado y el otro me vendió sus propiedades y se fue a vivir a la capital.
--¿Y ahora vive usted solo en el pueblo?
--No señora; el pueblo tiene a día de hoy siete habitantes: mi mujer, mi cuñada que está soltera, mis cuatro hijos y yo.
--Ajá y, según dice aquí, quiere usted comunicarle al Presidente la decisión de proclamar la República Independiente de Brañafría. ¿Qué significa eso?
--Está bien claro: queremos constituirnos  en un estado independiente y regirnos por nuestras propias leyes.
--¿Qué leyes?
--Las que nosotros decidamos.
--¿Me está tomando el pelo?
--Nada más lejos de mi ánimo.
--¿No comprende que eso no puede ser?
--Eso decían los de Madrid cuando Asturias pidió la independencia y como Asturias los demás países: Cataluña, Valencia, Andalucía, Euskadi y Galicia, y ahí los tenemos, todos independizados.  Lo único que compartimos con la metrópoli son las Fuerzas Armadas y la moneda.
--¿Preguntó usted a sus hijos si quieren independizarse de Asturias?
--Por supuesto, todos hemos votado y el resultado fue siete síes y ningún no.
--¿Por qué quieren independizarse? ¿No están a gusto con nosotros?
--Pagamos al Estado demasiado para lo que recibimos a cambio. Pagamos incluso servicios que no tenemos, como el agua y la red de saneamiento; menos mal que hay un arroyo que atraviesa la finca, pero nos han prohibido hacer un saltito de agua para generar nuestra propia energía eléctrica, ¡dentro de mis tierras!
--¿Ha pensado usted en el día de mañana, en caso de que lograra la independencia? ¿Qué pasaría con su jubilación y la de sus hijos?
--Peor será si no la logramos; mi jubilación será una miseria, y la de mis hijos más miseria aún, suponiendo que llegaran a cobrarla, quizá mucho después de cumplir los setenta años. Tenemos una Seguridad Social muy insegura, por no decir en quiebra y una Sanidad que tampoco funciona: llevo tres meses esperando para que me hagan un escáner y me han dado cita para dentro de un año. Supongo que esperan a ver si me muero y ya no tienen que hacérmelo. Y qué decir de Obras Públicas: La pista de acceso al pueblo  tenemos que repararla nosotros mismos…
--No voy a discutir con usted si tiene o no tiene razón en lo que denuncia, sólo le diré un par de cosas: La primera es que su proyecto no puede ser más descabellado y la segunda que de ningún modo le permitirán fundar un Estado diminuto en pleno corazón de Asturias.
--Y yo le digo que se lo pondré muy difícil si intentan impedírmelo. ¡Ah, se me olvidaba comentárselo! El viernes pasado, no, el anterior, la vi a usted por allí muy cerquita de Brañafría. Pensé: Mira qué bien, ahora me acerco y le comento el tema. Pero no me atreví porque estaba usted con un joven en actitud así… ¿cómo diría yo?, bastante íntima. Le hice unas fotos. Pensaba traérselas pero se me olvidó.
--¿Qué me ha hecho fotos? Pero… ¿cómo se atreve? –La Vicepresidenta se había quedado lívida.
--No creí que fuera delito, pero no se preocupe, yo no las quiero para nada. Mañana se las traigo y se las dejo donde me diga.
--Escuche, vamos a hacer una cosa: mañana nos vemos aquí, en este mismo despacho, a las tres y media en punto, ¡pero no se le ocurra venir sin las fotos! Esta tarde o mañana por la mañana hablaré con el Presidente. Quizá consigamos llegar a un arreglo: Quizá pueda usted obtener su independencia; aunque de momento no podríamos darle publicidad. Nada de anunciarlo en la Prensa ni en la Tele, ¿comprende?
--¿No podré poner en la entrada del pueblo: República Independiente de  Brañafría?
--República Independiente, no, pero quizá se le permitiría llamarle: Comunidad autónoma.
--No es lo mismo.
--Aparentemente no, pero le aseguro que obtendría casi las mismas competencias de gobierno que con la independencia.
--Ese “casi” es el que no me inspira ninguna confianza, ya ves tú.
--Bueno, significa que probablemente Hacienda, les obligará a seguir pagando determinados impuestos, pero el Estado se los devolverá en concepto, por ejemplo, de Fondos para el desarrollo rural u otro concepto similar, que la Administración habilitará para su caso.
--Habrá que ver el documento.
--Mañana lo tendremos ultimado. Usted, esté aquí a las tres y media, ¡con las fotos!, ¿de acuerdo?

--De acuerdo.


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¡Hola! Es probable que Facebook te haya "traído" hasta este blog indescriptible, abandonado de su dueño desde hace algunos meses y que hoy pretende iniciar una nueva etapa. Si has leído el relato que precede a estas lineas y te ha gustado, te invito a una segunda visita dentro de quince días, para ofrecerte otra historia igual de esperpéntica pero totalmente diferente.
Gracias por tu visita.

3 comentarios:

  1. Hiciste un buen relatu y una meyor simulación del tema autonomicu. Brañafria, lugar con el que mantengo buenos lazos familiares, tien todo el derechu a defender el "derechu" a decidir de sus vecinos. Yo voy a empadroname alli, mañana mismu. Norabuena pol ingeniosu textu.

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  2. Guapu relatu. Siempre presta leer algo así. Esperamos esos quince días. Enhorabuena Ricardo.

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  3. Juan y Monchu ¡qué rápidos! Gracias a los dos por leerme.

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